Si pensábamos que el estado de inconsciencia nos libraba de padecer dolor, estábamos en un grave error. Según una resiente investigación, realizada por expertos belgas, nos acaba de revelara que los pacientes con daños cerebrales que permanecen en un estado de mínima consciencia (MCS, siglas en inglés) sí sienten dolor, por lo que deberían recibir analgésicos que palien su sufrimiento.

“Actualmente no existe una guía clínica sobre el cuidado y tratamiento analgésico de los enfermos en estado de mínima consciencia. Y en los enfermos en estado vegetativo persistente (PVC siglas en ingles) los manuales determinan que no se les den analgésicos porque, por definición, no sufren”, recuerda el director de la investigación; pero gracias a su trabajo, publicado en el último ‘The Lancet Neurology’, puede que pronto los expertos decidan ponerse manos a la obra y realizar nuevas actualizaciones terapéuticas.

En el estudio, los investigadores compararon la actividad cerebral, tras inducir un estímulo eléctrico del nervio mediano (que afecta a la movilidad y a la sensibilidad de la mano), en cinco enfermos en MCS (con una media de edad de entre 18 y 74 años) que fueron comparados con 15 personas sanas y con otros tantos enfermos en PVC, de edades similares.

Dicha actividad cerebral se observó gracias al uso de agua marcada con oxígeno 15 y el escáner PET (Tomografía por Emisión de Positrones). Este trazador permite ver cómo llega el flujo sanguíneo al cerebro y por tanto observar que zonas del mismo se activan. En el estudio, los autores observaron que las áreas cerebrales involucradas en la sensación de dolor eran más activas en los pacientes en MCV que en los enfermos en PVC. Además, y como dato significativo, hallaron que la actividad era muy similar a la que experimentan las personas sanas.

“El dolor es una experiencia subjetiva, pero los enfermos en MCS son incapaces de comunicar de una forma efectiva sus experiencias. Incluso si uno de ellos pudiera contestar a la pregunta: ¿Tiene usted dolor?, el especialista que le atiende no puede estar seguro de que su respuesta sea fiable, destacan los autores en las conclusiones que insisten en que sus datos son una prueba objetiva de que estos pacientes pueden sufrir“.

La consecuencia de los resultados reside, precisamente, en “que la terapia del dolor en estos enfermos tiene importantes connotaciones clínicas y éticas. Sobre todo, porque son muchos los investigadores que han reconocido la necesidad de llevar a cabo estudios de dolor en los que se puedan procesar las imágenes del cerebro en personas con estados alterados de la consciencia. Pero porque también ayudan a entender este proceso en las personas sanas”, agregan.

A este entender, los especialistas están convencidos que: “El estudio va a modificar claramente la forma de tratar a los enfermos en MCS ya que deberían recibir analgesia aunque no comuniquen verbalmente o con señales o gestos que tienen dolor. Incluso también podrían modificar la forma en la que se está tratando actualmente a los enfermos en el final de la vida”.

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