Un estudio, publicado en la revista ‘The Lancet’, anuncia la fabricación de injertos de piel con células madre embrionarias humanas, que podrían aplicarse a grandes quemados o pacientes con enfermedades raras de la piel.

Científicos del Instituto para la Terapia con Células Madre (Evry Cedex, Francia) en colaboración con el español CIEMAT y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER), presentan en las páginas de la reconocida publicación, una alternativa para el tratamiento de pacientes quemados, basada en las células madre embrionarias.

En una primera fase, los investigadores lograron obtener, a partir de dos líneas de células madre embrionarias, queratinocitos. Luego, cultivándolas durante 40 días en un medio que imitaba las condiciones que se dan durante el desarrollo fetal, las células pluripotentes se diferenciaron en otras con características similares a las de la piel.

Tras dos semanas de colocar esas células de la piel en una matriz artificial en cinco ratones, el aspecto de estos ‘parches’ tenía la estructura de la piel humana, con las dos capas que la conforman: epidermis y dermis.

Durante ese tiempo, los injertos no desarrollaron ningún tumor –una de las complicaciones más frecuentes del trabajo con células madre- y apenas mostraron expresión de antígenos HLA, lo cual indica que desde el punto de vista inmune eran poco activos, disminuyendo las posibilidades de rechazo.

Lo más importantes de esta investigación es el éxito en el proceso de diferenciación de las células madre embrionarias. Éstas, por ser pluripotentes, tienen la capacidad de convertirse en cualquier tipo celular, pero el procedimiento no es sencillo.

“Lo que hemos hecho nosotros, es derivar las células embrionarias hacia uno de los posibles linajes celulares, cerrando uno de los ciclos ‘calientes’ de la medicina regenerativa actual”, ha explicado a Fernando Larcher, investigador de la división biomédica epitelial del CIEMAT, uno de los participantes españoles en este trabajo.

La diferenciación alcanzada es muy estricta y las células tenían capacidad regeneradora, que fue, precisamente, lo que demostramos en nuestro laboratorio”, añade.

Al respecto: “Esta característica junto con la posibilidad de que estén disponibles congelados y que puedan guardarse en bancos de tejidos de forma segura, preparados para ser injertados sería una gran baza en el tratamiento de los grandes quedamos”, reza el comentario que acompaña al estudio.

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