Un laboratorio de la Universidad Dana Farber (la misma donde se desarrollaron los primeros inhibidores de EGFR hace menos de cinco años), ha creado una segunda generación de fármacos capaces de evitar la aparición de resistencias de las células tumorales.
De momento, los pacientes con un tumor de pulmón de células no pequeñas que además son portadores de una mutación en el gen EGFR se benefician de la acción de una familia de fármacos específica: erlotinib y gefitinib. Dichos medicamentos, denominados inhibidores del EGFR, están diseñados para ocupar un hueco en la célula tumoral destinado en realidad para otra molécula. Al impedir a esta pieza ocupar su sitio y enviar señales para que el cáncer se divida, los medicamentos logran su misión de detener el crecimiento del tumor.
Sin embargo, transcurrido cierto tiempo, la célula es capaz de zafarse de este mecanismo de control y seguir creciendo a pesar de los fármacos. Ahora, esta nueva familia de fármacos, que de momento se han probado únicamente en células tumorales y en ratones de laboratorio, puede ser una esperanzadora noticia para las personas que padecen esta enfermedad.
El nuevo compuesto (que se adhiere con más firmeza a una proteína para bloquear la división celular) ha resultado ser hasta 100 veces más potente que erlotinib y gefitinib en líneas celulares.
Además, el llamado WZ4002 ha demostrado una toxicidad hasta 100 veces menor, debido a que su acción se limita a las células tumorales y no a las sanas.
Según Pasi Jänne, director de la investigación, “el trabajo multidisciplinar que implica desarrollar un trabajo de este tipo, para ajustar la estructura de un fármaco a un defecto específico de ciertos pacientes, es un buen ejemplo de que las instituciones académicas también pueden tener un papel importante en la creación de nuevos medicamentos”.
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