Las autoridades neoyorquinas pretenden animar a las cadenas de restaurantes y de comida envasada a reducir la cantidad de sal de sus menús. De lograrse esta medida se podría frenar la incidencia de hipertensión, ictus y ataques cardiacos.

“Todos consumimos demasiada sal y la mayor parte de ella procede de la comida preparada”, ha señalado Thomas Farley, el comisionado de salud de la ciudad al diario ‘The New York Times’.

Específicamente, las estadísticas aseguran que el 80% de la sal que consumen los estadounidenses procede de alimentos envasados o de los que consumen en restaurantes.

Esta propuesta se suma a otras, que el alcalde Bloomberg desea llevar a cabo en favor de la salud cardiovascular de sus vecinos. Primero dirigió sus esfuerzos para que las cadenas de alimentación redujesen el contenido en grasas trans y luego obligó a los establecimientos a indicar el número de calorías en sus menús. Además, en su afán de combatir la obesidad y llevar una vida más saludable, el alcalde neoyorquino también ha alertado a sus conciudadanos del riesgo de abusar de los refrescos, con un alto contenido en azúcar.

Sin embargo, los expertos advierten que la campaña de la sal tendrá más dificultades para triunfar que la de las calorías, debido a que requiere la colaboración de los grandes fabricantes nacionales, que deberían alterar su contenido en sal para todo EEUU y no sólo para la ciudad de Nueva York.

Al respecto, las autoridades confían en que la medida funcione más a través de la presión pública que mediante una imposición a corto plazo. De momento, son muy pocas las marcas que se han decidido recortar la cantidad de sal en sus ingredientes; pero las autoridades revisarán los efectos que ha tenido la medida y volverá a tratar de convencer a la industria para que tome medidas concretas, en los próximos meses.

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