Según ha revelado la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 40% de los casos de infecciones graves causados por la gripe A/H1N1 se ha registrado en niños y adultos sanos menores de 50 años.
El organismo sanitario advierte de que “algunos de esos pacientes experimentan un repentino y rápido deterioro de su condición clínica, usualmente al quinto o sexto día de la aparición de los síntomas”, mediante un documento destinado a servir como guía internacional para el tratamiento de esta gripe con antivirales.
El repentino agravamiento se caracteriza por una neumonía viral que destruye los tejidos pulmonares y no responde a los antibióticos, mientras que surgen complicaciones en otros órganos, como el corazón, los riñones o el hígado.
La OMS también aclara que el agravamiento de un paciente no está asociado necesariamente a enfermedades preexistentes o a condiciones delicadas de salud. Al mismo tiempo, indica al personal de salud, pacientes y a todos aquellos que atiendan enfermos en casa que estén alerta ante signos que indiquen que la gripe se está convirtiendo en una enfermedad más grave.
“En ese caso se deben tomar acciones inmediatas y urgentes, que deben incluir la administración del antiviral oseltamivir (nombre genérico del Tamiflu) y, cuando éste no esté disponible, del zanamivir, el otro medicamento que ha mostrado ser eficaz en los casos de gripe A. La medicación debe comenzar, a ser posible, en las primeras 48 horas desde la aparición de los síntomas”, añaden en el comunicado.
Con relación a los niños con síntomas severos o con un riesgo mayor de presentar un cuadro grave, el organismo recomienda que reciban rápidamente un tratamiento antiviral. Esto incluye a los niños menores de cinco años, en vista de que este grupo de edad tiene mayor riesgo de empeorar.
Estos son los signos de alerta a tener en cuenta según la OMS: dificultad para respirar, coloración azulada, esputo sanguinolento o con color, y dolor de pecho, además de una fiebre alta persistente durante más de tres días, una baja presión arterial y una alteración de la condición mental.
“En los niños, los signos peligrosos incluyen una respiración rápida o difícil, falta de vivacidad, dificultad para despertarse y escaso o poco deseo de jugar”, previene la OMS.
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