El comercio electrónico se está arraigando fuertemente dentro del modus operando de los consumidores gracias a la implantación y disposición de las nuevas tecnologías (ordenadores, tabletas, teléfonos móviles, etc.). Cierto es que determinados sectores han despegado antes que otros, por ejemplo el sector viajes, como referente de mercado maduro, sin embargo en los últimos años vemos el florecimiento de otros sectores que aunque en un principio parecían un sector “controvertido”, el de venta de medicinas online, gracias a las regulaciones del Ministerio de Sanidad, allá por noviembre de 2013 y con anterioridad en 2006, se han comenzado a establecer fuertemente en internet.
A diferencia de otros comercios electrónicos que venden productos o servicios no relacionados con la salud (desde ocio a paquetes turísticos, por ejemplo) las farmacias online necesitan unos requerimientos legales mucho más rigurosos para poder ejercer sus acciones de venta. Determinadas normativas, como la citada anteriormente de 2013 y a la que hace referencia el Boletín Oficial del Estado, implican cláusulas que la mayoría de tiendas online no necesitan llevar a cabo.
Una farmacia online, entre otras cuestiones ha de estar “respaldada” por una farmacia física real. En otro tipo de negocios, el negocio que se venda no necesita de un espacio físico real detrás. Otra característica, sería la imposibilidad de realizar drop shipping, pues los productos han de estar almacenados y expedidos desde la farmacia física. Además, hay medicamentos que tienen permitida su venta ya sean prefabricados o de preparación propia en las farmacias.
Es fundamental, tener en cuenta que los medicamentos fraudulentos o aquellos que no son expedidos por un farmacéutico pueden acarrear perjuicios considerables a la salud por lo que es imprescindible adquirir las medicinas en establecimientos certificados y que ofrezcan las máximas garantías.
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