Un equipo de investigadores de la Universidad de Kentucky, EEUU, ha logrado identificar un gen que provoca la degeneración macular y lo que es muy importante, describen algunos posibles remedios para tratarla.
“Hasta el momento, hay una hipótesis comúnmente aceptada acerca del origen de esta patología: que algún tipo de reacciones inflamatorias está detrás de su desarrollo y que éstas están provocadas, probablemente, por infecciones microbianas y virales. Basándose en esta teoría, comprobamos si existía relación entre la forma seca y una proteína relacionada con la inmunidad innata y las defensas (TLR3)”, ha explicado otro de los investigadores, Kang Zhang, profesor de oftalmología y genética humana en la Universidad de California, San Diego. La misión de TLR3 es acabar con las células infectadas.
Se ha comprobado la existencia de una variante de baja actividad de TLR3 que parecía conferir protección contra la atrofia geográfica. Cuando esa mutación en lugar de atenuar la acción de este gen la incrementa, el individuo está predispuesto a la enfermedad: “Si eres genéticamente susceptible a la degeneración macular y estás expuesto a un virus que activa TLR3, éste puede matar células de la mácula”, señala Zhang, y provocar así su degeneración.
Para comprobar las acciones de las distintas variantes de TLR3, los autores cogieron células del ojo que contenían bien la forma menos activa de la proteína o la ‘normal’ y les inyectaron un pequeño fragmento de ARN, que simulaba un virus. La reacción de TLR3 ante la infección no se hizo esperar pero, tal y como esperaban los investigadores, en aquellas que poseían la forma mutante de la molécula murió un 50% menos de células.
Jayakrishna Ambati y su equipo de Kentucky, (EEUU), han ido un paso más allá en su estudio de la degeneración macular seca. En su laboratorio han desarrollado unos inhibidores de TLR3, que podrían prevenir esta enfermedad en aquellas personas con predisposición. Los ensayos clínicos darán comienzo el próximo año.
Además, estos científicos han realizado otro sorprendente descubrimiento. Una de las terapias experimentales contra la degeneración macular húmeda –formación de nuevos vasos sanguíneos en la coroides- podría provocar, por el contrario, la seca.
El ARN de interferencia (ARNi), nombre que recibe este remedio, está demostrando en varios ensayos clínicos su utilidad en el tratamiento, no sólo de esta patología sino de otras muchas. Su mecanismo de acción consiste en silenciar genes. Y según los datos de estos investigadores, su uso puede tener un efecto adverso peligroso.
Este ARNi, además de ‘apagar’ genes, tiene la capacidad de estimular la actividad de TLR3, anulando así el efecto protector. Al potenciar TLR3, la muerte celular aumentó hasta en un 60%, tal y como comprobaron en el laboratorio los autores con muestras procedentes de roedores y humanos.
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