El que un bebé llegue al mundo de forma natural tiene consecuencias negativas para su salud, especialmente si estas intervenciones se realizan antes de la semana 39 y después de la 40 de gestación, asegura un estudio estadounidense.

Algunas de estas intervenciones, advierten los investigadores, se realizan antes de lo apropiado. Según el estudio publicado en las páginas de ‘The New England Journal of Medicine’, la madurez del feto es una cuestión diaria y cada semana es una etapa que es imprescindible completar para que el niño nazca lo más sano posible. Lo ideal es que el bebé permanezca en el seno materno hasta completar la semana 39, ya nazca por parto natural o por cesárea.

Esto es lo que se desprende de este trabajo, en el que se analizaron datos de más de 13.000 mujeres que se sometieron a una cesárea selectiva en EEUU. El objetivo era establecer los riesgos que esta operación tiene sobre los recién nacidos en función del momento en el que se practica, una cuestión “con un importante y creciente impacto sobre la salud pública”, aseguran los autores.

El 35,8% de las intervenciones analizadas se practicó antes de completar la semana 39 de gestación, en estos casos, la probabilidad de que se produjera algún problema era mayor que cuando la intervención se realizaba una vez terminada dicha semana, incluso cuando el niño nacía solo tres o cuatro días antes de su fin.

La incidencia de estos problemas también era superior a partir de la semana 41, “dejando una ventana de dos semanas de riesgo mínimo en la que las cesáreas selectivas pueden practicarse de forma óptima”, explica Michael F. Greene, del departamento de ginecología y obstetricia del Hospital General de Massachusetts, en el editorial.

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