La gastroenteritis aguda, consiste en la infección de las paredes de los intestinos, generalmente por virus, aunque también puede ser por bacterias y más raramente por parásitos.

El síntoma principal de la gastroenteritis es la diarrea. Uno o dos días antes pueden aparecer vómitos, fiebre, dolor abdominal, rechazo de la alimentación y decaimiento. Después comienza la diarrea que, cuando es voluminosa y frecuente, puede conducir a la deshidratación, siendo la complicación más grave de la diarrea.

Los niños con gastroenteritis suelen estar inapetentes, no comen ni beben o lo hacen escasamente. La evolución de la gastroenteritis suele ser benigna, especialmente la más frecuente, la producida por un virus. En estos casos, la diarrea, la fiebre y el resto de los síntomas duran pocos días, generalmente entre uno y cinco.

El tratamiento se basa en la administración de líquidos con sales para evitar la deshidratación. Estos líquidos se administran en pequeñas dosis, frecuentemente una cuchara sopera cada 5-10 minutos.

Y si existen sales de rehidratación oral hiposódicas especiales para los niños, también uno mismo puede prepararlos en casa. El líquido de rehidratación puede elaborarse con un litro de agua mineral o hervida al que se le añade el zumo de dos limones, la punta de un cuchillo de sal, la punta de un cuchillo de bicarbonato sódico y dos cucharadas de azúcar.

Estas sales de rehidratación no pueden ser sustituidas por bebidas a base de colas, refrescos o soluciones para deportistas porque todas estas contienen una relación de agua-azúcar-sales inadecuadas para la rehidratación del niño, especialmente del lactante.

Si el niño es pequeño, menor de seis meses, y está recibiendo lactancia materna, debe seguir recibiendo el pecho pero más frecuentemente, incluso cada dos horas. Si recibe lactancia artificial es normal que tome menos biberón, no hay que forzarle a comer, no debe dejarse en ayunas, continuará alimentándose aunque siga con diarrea.

Si tiene más edad evitar los alimentos con fibras y residuos, no debe por tanto administrarse frutas, verduras ni legumbres, pero sí alimentos ricos en almidón que se digieren más fácilmente, por ejemplo, arroz, puré de patatas, fideos, pastas, pan y galletas. Evitar los alimentos fritos o muy condimentados.

Consulte inmediatamente a su médico, si el niño está muy decaído, postrado, durmiendo excesivamente o con pocas respuestas a los estímulos o si aparece alguno de estos síntomas: si las heces tienen sangre, si es continua, muy frecuente y muy voluminosa, si el vómito tiene sangre, si el niño no toma líquidos de rehidratación y si no orina durante varias horas.

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