Una investigación, publicada en el último número de la revista ‘Journal of the American Medical Association’, muestra que programar actividades controladas en este aparato resulta beneficioso para la salud.
La enfermedad arterial periférica se produce a causa del bloqueo de las arterias que riegan las extremidades inferiores, lo que provoca una reducción del flujo sanguíneo en la zona. Esta circulación escasa puede provocar, entre otros problemas, una mala cicatrización de las heridas en la zona y la aparición de molestias dolorosas al caminar que desaparecen en estado de reposo, lo que se conoce como claudicación intermitente. Pese a padecer la enfermedad, muchos pacientes no presentan ningún síntoma de dolor en las piernas, si bien experimentan problemas progresivos para caminar.
El trastorno, que puede conducir a graves complicaciones y se asocia a otros trastornos vasculares, en muchos casos reduce de forma considerable la calidad de vida del individuo. Con el objetivo de conocer si determinados tipos de ejercicio podían mejorar el estado tanto de los pacientes con molestias como de los asintomáticos, un equipo dirigido por Mary M. McDermott, de la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern de Chicago, Estados Unidos, analizó durante seis meses el caso de 156 pacientes con enfermedad arterial periférica.
Los participantes fueron asignados a tres grupos diferentes: los del primero debían realizar actividades supervisadas en una cinta andadora, mientras que los que se incorporaron al segundo, practicar ejercicios para mejorar la resistencia de sus extremidades inferiores. El resto formaba parte del grupo de control, por lo que no se les indicó ninguna pauta.
Todos los participantes fueron sometidos a distintas pruebas para evaluar su estado. Entre otras, tuvieron que caminar durante seis minutos sobre la cinta, realizar un test de sus capacidades físicas, someterse a una medición para comprobar el estado de sus arterias o rellenar un cuestionario que medía su calidad de vida.
Los resultados de sus análisis pusieron de manifiesto que los pacientes que habían realizado durante los seis meses de investigación los ejercicios sobre la cinta andadora habían conseguido que su capacidad para caminar mejorara significativamente. Además, también obtuvieron beneficios sobre su calidad de vida y su salud cardiovascular.
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Pese a estos resultados beneficiosos, ninguno de los dos grupos de ejercicio logró mejorar sus resultados en una prueba que medía su capacidad para recorrer cuatro metros rápidamente o levantarse varias veces desde una posición sentada.
En sus conclusiones, los investigadores indican que es necesario esclarecer el porqué de estas diferencias, si bien remarcan que sus datos reflejan claramente los beneficios del ejercicio en este tipo de patología.
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